Este sector, por segundo año consecutivo, no obtiene la rentabilidad adecuada, ni mucho menos, acorde a la subida de costes. En el caso del secano, la producción se encuentra prácticamente a 0. En el regadío, con 400m3/ha, los bajos rendimientos no compensan la renta.
Asimismo, las medidas que ha aprobado la Junta de Andalucía, también dejan fuera el olivar de una línea de ayudas específica. “Por lo que el sector se enfrenta ahora a un segundo año consecutivo con una reducción de cosecha sin precedentes, y que no suple la subida de precios del aceite, ya que multiplicar cualquier precio por cero, sigue dando cero”.
Por otro lado, ya hemos alertado desde hace días de la dramática
situación que viven los agricultores regantes del Guadalquivir de otros
cultivos, y que se han quedan fuera de las ayudas de sequía, mientras
ven cómo sus explotaciones están al límite por la falta de lluvia, la
reducción de las dotaciones de riego y los costes de producción.
En el caso de los cultivos anuales del Guadalquivir, ni siquiera se ha sembrado gran parte de la superficie, sobre todo de hortícolas que requirieren mayores inversiones. Es el quinto año consecutivo que sufren recorte de dotaciones y se encuentran igual de afectados que otros cultivos, que sí se han incluido en las ayudas.
Los cultivos industriales que se han sembrado están sobreviviendo en secano, con unas temperaturas especialmente elevadas. La remolacha de esta zona ha reducido sus rendimientos hasta un 75%, las previsiones para girasol y algodón no son mucho mejores.
La baja rentabilidad de las producciones que sufre esta zona, especialmente desde hace 3 años (recortes de dotaciones de un 30%, 50%, 88%), tiene seriamente comprometida la capacidad de invertir en un cultivo sustituto o directamente, en la próxima campaña.
Finalmente, no entendemos como se ha definido la zonificación, y qué criterios se han tomado para establecer como zonas más afectadas. De hecho se propuso al Ministerio que se atendiese tanto a secano como a regadío y para ello se tuvieran en cuenta las condiciones meteorológicas (para el secano) e hidráulicas (para el regadío), única forma de determinar las necesidades reales de atención y de establecer las ayudas de forma justa.