Productos alimenticios en un supermercado de Lopera. Foto: Antonio Marín. |
Con motivo de
la celebración del Día Mundial de la Alimentación el 16 de octubre, la
Dirección General de Consumo de la Junta de Andalucía recuerda a la ciudadanía
la importancia de revisar el etiquetado de los alimentos antes de su compra
para adquirir las opciones más saludables y sostenibles. La etiqueta es la
principal fuente de información sobre los alimentos, y permite conocer entre
otras cuestiones quién es la persona o entidad responsable de los mismos, de
dónde vienen, qué ingredientes los componen, qué nutrientes aportan o cómo deben
conservarse.
En todo caso,
la información del etiquetado debe ser visible, legible, comprensible, e
imborrable, además de figurar en español y en un lugar destacado. Además de la
denominación del alimento, la etiqueta debe incluir la lista de ingredientes
con carácter general (algunos alimentos, como frutas y hortalizas frescas están
exentos de esta obligación). Los ingredientes aparecerán presentados en orden
decreciente según su peso, y se deben identificar claramente aquellos que
puedan causar alergias o intolerancias, utilizando por ejemplo otro tipo de
letra, estilo o color de fondo, o incluyendo la palabra “contiene” seguida de
la sustancia que la pueda provocar.
Cuando un
ingrediente concreto figure en la denominación del alimento, se asocie
habitualmente con ella, o se destaque en el etiquetado por medio de palabras o
imágenes, debe indicarse en la etiqueta la cantidad de ese ingrediente que
contiene el producto. Consumo recomienda prestar especial atención a estos
casos, como por ejemplo cuando se destaque en el etiquetado la presencia de
aceite de oliva, para evitar confusiones en cuanto a la cantidad de producto
presente en el alimento.
También se
debe incluir en el etiquetado la información nutricional, con el desglose de
las propiedades y sustancias contenidas en el alimento. Aquellos productos
alimenticios en los que figure la mención de que poseen propiedades nutritivas,
están obligados a llevar un etiquetado sobre dichas propiedades.
La etiqueta de
los alimentos también debe informar sobre las condiciones especiales de
conservación y de utilización, si las hubiera, así como del modo de empleo, de
la cantidad neta que contiene, del número del lote, la fecha de elaboración, la
de duración mínima o la fecha de caducidad, que deberán figurar en un sitio
visible y legible. En este sentido, conviene recordar que la fecha de duración
mínima o fecha de consumo preferente indica la fecha hasta la que el alimento
conserva sus propiedades específicas cuando se almacena correctamente. En el caso
de alimentos microbiológicamente muy perecederos y que por ello puedan suponer
un peligro para la salud tras un corto periodo de tiempo, la fecha de duración
mínima se cambia por la fecha de caducidad, a partir de la que el alimento no
se considera seguro.
Del mismo
modo, el etiquetado debe indicar también el lugar de origen o procedencia del
producto. Esta información es obligatoria cuando su omisión pudiera inducir a
error a la persona a la hora de adquirir el producto, al presentar un
etiquetado que pudiera insinuar que tiene un país de origen o un lugar de
procedencia diferente al real. Además, cuando se mencione el país de origen o
el lugar de procedencia de un alimento y éste no sea el mismo que el de su
ingrediente principal se deberá indicar dicha información para ese ingrediente,
así como indicar claramente que el lugar de procedencia del ingrediente
principal es distinto al del producto. En el caso de los productos cárnicos,
deben llevar además la marca sanitaria.
Por último,
desde Consumo se recomienda consumir únicamente productos de procedencia
conocida, apostando por el consumo de productos de temporada y de proximidad
siempre que sea posible. En esta línea, es importante considerar el impacto
ambiental desde el punto de vista del ciclo de vida del producto a comprar,
valorando los procesos de producción, transporte, distribución, consumo y
residuos que deja el producto, y adoptando unos hábitos de consumo responsable
procurando optar por alternativas sostenibles que tengan una menor huella ecológica.
La Dirección
General de Consumo de la Junta de Andalucía está desarrollando, a través de los
Servicios de Consumo provinciales, su campaña anual de inspección de productos
alimenticios. En total, está previsto realizar hasta final de año más de 1.300
actuaciones para controlar el etiquetado, presentación y publicidad, así como
la existencia de alteraciones, adulteraciones o fraudes en los productos
comercializados.
Esta campaña
general se enmarca en el Plan de Inspección de Consumo para el año 2019, que
incluye otras actuaciones dirigidas a productos de alimentación específicos. En
concreto, se van a desarrollar otras siete campañas de inspección que incluirán
más de 200 actuaciones de control sobre alimentos como harinas, cefalópodos
congelados, miel, plantas para infusión, zumos enriquecidos y cereales de
desayuno enriquecidos.
Ante cualquier
duda o consulta en materia de consumo, la ciudadanía puede contactar con
Consumo Responde, un servicio gratuito de información y asesoramiento a las
personas consumidoras y usuarias, impulsado por la Consejería de Salud y
Familias de la Junta de Andalucía. Se trata de un servicio multicanal, al que
se puede acceder de forma continuada a través del número de teléfono 900 21 50
80, de la página web www.consumoresponde.es,
del correo electrónico (consumoresponde@juntadeandalucia.es);
del perfil de Twitter (@consumoresponde); y el de Facebook (https://www.facebook.com/consumoresponde/).
También se
puede recibir asesoramiento en los Servicios Provinciales de Consumo de las
delegaciones territoriales de Salud y Familias presentes en todas las capitales
de provincia, así como en las Oficinas Municipales de Información al Consumidor
(OMICs), y en las organizaciones de personas consumidoras y usuarias.