Una mujer compra algunos libros en una librería. Foto: Junta de Andalucía. |
Sí, porque además de fomentar su creatividad, leer favorece
el aprendizaje y les enseña a ser más empáticos, entre muchas otras
ventajas. Por desgracia y aunque los niños españoles leen ahora más que hace
una década, todavía se encuentran más de 10 puntos por debajo de la media de la
OCDE.
Así y para empezar, los niños que leen son más seguros y
sociables, pues tienen más facilidad para expresarse y son más empáticos
que el resto. El motivo es que su mundo es más amplio pues, a través de las
páginas y los personajes han conocido otras realidades distintas de las que le
rodean.
A través de los personajes, de analizar sus motivaciones, su
situación familiar, clase social, etcétera, se aprende a ser más tolerante. Al
mismo tiempo, incide positivamente en las habilidades comunicativas del niño,
enriqueciendo su vocabulario y provocando que su lenguaje sea más fluido.
Asimismo, la lectura estimula la imaginación, el ingenio y la
creatividad.
Los libros también ayudan a ejercitar la memoria. Eso
sí, según los expertos, los beneficios son mayores en el caso del verso. Por
fortuna, escritores como Gloria Fuertes dejaron un gran legado para aficionar a
tu hijo a la poesía. Incluso tiene un libro con las tablas de multiplicar en
verso: Yo contento, tú contenta, qué bien me sale la cuenta.
Leer también le ayudará a desarrollar su personalidad, algo
que tiene que ver con los cientos de personajes que conocerá en las páginas.
La mejora de la comprensión lectora es otro
punto a su favor, en especial porque se trata de uno de los grandes males a los
que se enfrentan muchos escolares, incluso en edades avanzadas.
Analizadas sus ventajas, viene la parte práctica: conseguir
que nuestro hijo lea. Un punto en el que el hábito y el ejemplo resultan
fundamentales. Es decir, si nosotros leemos y le transmitimos la pasión
por la lectura, es más probable que nuestro pequeño relacione la lectura con
algo positivo. Una excelente manera es empezar leyendo con él cada noche.
E invertir los papeles cuando sea un poco más mayor.
Cuanto más pronto empecemos, mejor. También puedes probar
con el diario, no es necesario que sea un cuento infantil, sino que se
trata de compartir con él y de incluir en la rutina el hábito como algo
natural. Puedes probar a ver las películas en versión original subtitulada
-en algunos países nórdicos la televisión está en inglés y los niños aprenden a
leer antes para comprender los programas. Hay que saber que el momento de los 8 a los 15 años es
crucial. Algunos niños acaban abandonando el hábito en favor de otros
estímulos, principalmente porque perciben los libros “para su edad” como
simplones. Evita vetar libros por esta franja, lo cierto es que difícilmente un
libro juvenil contendrá altas dosis de violencia o sexo. Además, los niños
preadolescentes que crean vínculos emocionales con los libros tendrán más
posibilidades de ser unos adultos lectores. El papel de la escuela en este
contexto es muy importante también.
Otra alternativa interesante es la de regalarle un libro personalizado en el que tu peque sea el protagonista de la historia. Desde hace años existen páginas especializadas y librerías en las que, por encargo, tenemos esta opción a precios asequibles. Los libros interactivos, que mezclan recursos también ofrecen múltiples posibilidades, aunque lo más recomendable es empezar por el soporte físico tradicional.
La variedad es importante, en cualquier caso, es decir, combina cómics, libros, cuentos, etcétera. Y, ante todo, no lo plantees como deberes, lo único que conseguirás es que lo perciban como una obligación. Tenerlos a su alcance en casa es otro punto fundamental.
Más allá de los niños, la lectura conlleva otros múltiples beneficios a todas las edades. Para empezar, atenúa el estrés y la ansiedad -leer 6 minutos sin distracciones ayuda a reducir el estrés hasta un 60%-. Durante la lectura relajamos los músculos y se reduce nuestro ritmo cardiaco. Sus beneficios son similares a los que se obtienen de la meditación, y existen motivos para pensar que resulta más eficaz que escuchar música o salir a dar un paseo tranquilo.
Otro punto positivo es que favorece el descanso, sobre todo si lo incluimos en nuestro ritual de ir a la cama. ¿El motivo? Que nos permite desconectar de nuestros quehaceres y preocupaciones diarias; y conciliar el sueño más fácilmente. Lo que hace es reducir las posibilidades de que nuestro cerebro continúe activo dándole vueltas a distintos asuntos.
Las conexiones de nuestro cerebro también mejoran: los expertos apuntan que leer habitualmente refuerza las interconexiones neuronales. Eso, a su vez, reduce las posibilidades de padecer enfermedades como la demencia y fomenta la agilidad mental.
E incluso son útiles para procesar determinadas experiencias, básicamente porque proporcionan a las personas más información sobre algo que han pasado. Por ejemplo, un libro sobre una mala relación podría ayudar a evidenciar una situación de este tipo. Cuando leemos se activan regiones cerebrales que llevan a cabo procesos a partir de los acontecimientos de la narración y que pueden evocarnos confrontaciones y experiencias personales.
Por desgracia y a pesar de todos estos beneficios, casi el 33% de los españoles admite que no lee nunca o casi nunca. La cifra, eso sí, ha caído en casi un 10% durante el último año. Es decir, que el hábito de lectura ha aumentado. Entre las excusas más habituales esgrimidas por los no lectores encontramos la escasez de tiempo y la falta de gusto por la lectura.
Otra alternativa interesante es la de regalarle un libro personalizado en el que tu peque sea el protagonista de la historia. Desde hace años existen páginas especializadas y librerías en las que, por encargo, tenemos esta opción a precios asequibles. Los libros interactivos, que mezclan recursos también ofrecen múltiples posibilidades, aunque lo más recomendable es empezar por el soporte físico tradicional.
La variedad es importante, en cualquier caso, es decir, combina cómics, libros, cuentos, etcétera. Y, ante todo, no lo plantees como deberes, lo único que conseguirás es que lo perciban como una obligación. Tenerlos a su alcance en casa es otro punto fundamental.
Más allá de los niños, la lectura conlleva otros múltiples beneficios a todas las edades. Para empezar, atenúa el estrés y la ansiedad -leer 6 minutos sin distracciones ayuda a reducir el estrés hasta un 60%-. Durante la lectura relajamos los músculos y se reduce nuestro ritmo cardiaco. Sus beneficios son similares a los que se obtienen de la meditación, y existen motivos para pensar que resulta más eficaz que escuchar música o salir a dar un paseo tranquilo.
Otro punto positivo es que favorece el descanso, sobre todo si lo incluimos en nuestro ritual de ir a la cama. ¿El motivo? Que nos permite desconectar de nuestros quehaceres y preocupaciones diarias; y conciliar el sueño más fácilmente. Lo que hace es reducir las posibilidades de que nuestro cerebro continúe activo dándole vueltas a distintos asuntos.
Las conexiones de nuestro cerebro también mejoran: los expertos apuntan que leer habitualmente refuerza las interconexiones neuronales. Eso, a su vez, reduce las posibilidades de padecer enfermedades como la demencia y fomenta la agilidad mental.
E incluso son útiles para procesar determinadas experiencias, básicamente porque proporcionan a las personas más información sobre algo que han pasado. Por ejemplo, un libro sobre una mala relación podría ayudar a evidenciar una situación de este tipo. Cuando leemos se activan regiones cerebrales que llevan a cabo procesos a partir de los acontecimientos de la narración y que pueden evocarnos confrontaciones y experiencias personales.
Por desgracia y a pesar de todos estos beneficios, casi el 33% de los españoles admite que no lee nunca o casi nunca. La cifra, eso sí, ha caído en casi un 10% durante el último año. Es decir, que el hábito de lectura ha aumentado. Entre las excusas más habituales esgrimidas por los no lectores encontramos la escasez de tiempo y la falta de gusto por la lectura.